jueves, 10 de noviembre de 2011

Acuérdate de morir

Te escribo desde un lugar extraño para decirte que te veo entre nubes y farolas, que sonrío cuando me imaginas en la luna y en caras de otras, o recuerdas mi silueta y aquella frase que no dejaba de repetir con acento andaluz. Lloro cuando lloras viendo fotos, o al volver de ver a Blanca por verme en sus gestos, y me emociono cuando me hablas, y me siento como una adolescente con su primer amor. Me hace gracia que antes de empezar digas mi nombre al completo como quien marca un número de teléfono, y te despides como si me estuvieras escribiendo una carta. Me alegra verte bien, y yo también me arrepiento de no haber estado más cerca de ti en mis últimos días.
Me siento impotente cada vez que dudas de mi existencia y pides señales que no puedo darte. Me muero por verte, y, como tú, también dudo si saludarte con un beso largo o con un abrazo. Al fin conseguiste tu sueño, acabaste la carrera y estás en Madrid en un piso, y hasta te sacaste el carnet de conducir.
Vive la vida, disfruta, sé feliz, no dejes de hablarme, y sobre todo, acuérdate de morir.

1 comentario: