martes, 20 de diciembre de 2011

Experiencia

Cargamos el alma y la mente de equipaje pesado, recogido en todos los lugares que pisamos. Aprendemos, a base de repetición de fracasos, directrices, consejos de conciencia. Nuestra maleta no discrimina lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, lo evitable o inevitable. Y a la hora de repetir un destino sabremos comportarnos. Si decidimos actuar es que no estamos preparados. La experiencia se capta en el momento en que ésta se adapta a uno, y uno es plenamente consciente de ello. La experiencia no siempre es solución, a veces simplemente se comporta como un pequeño diablo que no puede dejar de recordarte el poco caso que hiciste a alguien que ya descansa en cama de madera, o la excesiva preocupación que otorgaste a alguien que ahora no piensas. La experiencia evita baches y aconseja direcciones, pero uno no puede sacar nunca un infinito en esta asignatura, ya que ésta no termina. Siempre hay nuevos destinos, situaciones desconocidas, otras que parecen similares hasta que descubres que no lo son... Además, uno es hombre, y no siempre está por la labor de repasar la lección. Tal vez esta vez valga la pena arriesgarse, y éste sea un buen principio, principio de incertidumbre.

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