martes, 8 de julio de 2014

Memento vivere

Forcé un suspiro y vi pasar una tormenta perfecta, a la que quisiera haberme unido pero siempre fui demasiado cobarde. La vida es el tiempo que pasa entre que planeas y haces mapas, y dibujas rutas, y nunca las trazas. Vivir solo es vivir, vivir también se acaba, aunque a veces por miedo o estupidez queramos olvidarlo; y a base de lamentos y besos que no nos dimos vaciamos el alma.
Se acaba una etapa, es tanta la gente que no volveré a ver que me duele pensarlo; será que uno ante estas situaciones se vuelve carne viva y hasta una suave brisa te hace retorcerte. El caso es que miro atrás, otro año quemado, y cada vez quedarán menos, y siguen pasando días en los que me olvido de vivir, en los que prefiero no hacer nada a soñar con comerme el mundo, o simplemente encontrarme en un paraiso desierto y revolcarme en mis entrañas y enorgullecerme del espiritu que tengo.
La vida es demasiado corta como para permitirse el lujo de dejarlo para después, la vida de verdad es para valientes, para los que ante la duda dan el paso, para los que no se amedrentan cuando vienen mal dadas. Quizás consiga emocionarte con lo que escribo, pero yo soy el primer cobarde y no dejo de agachar la cabeza. Me alegra ser consciente de ello pues son síntomas de lucha y de superación. Mientras tanto este mundo, diminuto en el espacio infinito, gira a su ritmo inalterable y nos va despidiendo desde sus entrañas mas profundas.
Por las noches que preferí quedarme en casa, por no ser valiente, por los besos que decidí guardarme, y tantos abrazos, por esconderme entre disfraces que no dicen de mi, me propongo seguir en mi empeño de acordarme de vivir, de hacer de cada minuto sesenta segundos que me lleven directo al cielo.

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