domingo, 30 de junio de 2013

Si aún respirases

Si aún respirases juraría que actuarías esta misma noche en el Colón, interpretando a Rosaura en "La vida es sueño". Yo, sentado en tu primera fila, sabría que en el soliloquio de Segismundo tus ojos se tornarían vidriosos, y, muy a mi pesar, vigilaría con recelo a quien interpretase a Astolfo.

Si a tu sístole le acompañase la calma de la diástole, mis manos seguirían desprendiendo un fuerte olor a tabaco de liar; no habitaría esta casa, ni habría conocido el mar del Norte. Si no me equivoco, estaríamos sentados sobre el borde de tu cama, a media luz, con "Take it with me" de Tom Waits de fondo, decidiendo donde huir mañana, y tú me besarías la mejilla, y yo desnudaría tu mirada.

Si todavía recibiera tus buenos días cada mañana mi repertorio de canciones sería más amplio y menos amargo, mi público iría más allá de familiares y amigos, y de vez en mes tocaría en cualquier garito de la ciudad vieja, empujado por tu amor incondicional, y me observarías sentada en las escaleras, sosteniendo la mirada y sonriéndome en mis momentos de ausencia. Yo me tragaría la vergüenza y volvería a dedicarte una canción, y te sacaría para que me ayudaras con aquella que te compuse cuando se torcieron las cosas, y al terminar te daría un beso largo entre aplausos.

Si aún respirases te rogaría que escribieras la segunda parte de tu poema inacabado, donde un acorde mayor nos despertaba entre los rayos del sol, y la arena entre tus piernas te haría cosquillas. El mundo ya se nos habría quedado pequeño, y nuestras cuatro paredes estarían repletas de papeles pintados.

jueves, 13 de junio de 2013

El gran Lore

Cuenta la leyenda que existe un hombre capaz de paralizar el universo con el sutil vaivén de su melena al caminar. Se refieren a el como "El gran Lore", pero para mi siempre será mi hermano mayor, Manu.

Eres el tipo más sencillo del planeta, casi siempre para bien. Puede que nunca te lo haya dicho, pero siempre te he visto como un ejemplo a seguir, por como eres, tu forma de ver las cosas, tu forma de llevarlas, con esa pachorra que nos caracteriza a los dos dentro de una familia que desborda energía, porque sabes darle a las cosas su justa importancia, incluso menos, a las malas, y más a las buenas. No somos iguales, está claro, pero creo que soy la persona más parecida a ti en todo el mundo, y eso me gusta, me gusta mucho.

¿Sabes? te echo de menos por aquí. A menudo me sorprendo imaginándote en Coruña, dándote vida en cualquier lugar en el que ya hemos estado antes, y muchas de esas veces me encantaría teletransportarme, porque tú y yo no necesitamos demasiado para pasar un buen rato, dos bicicletas, un cronómetro, un par de cervezas, un concierto, un partido del Depor, o un entrenamiento, una maqueta de la torre de Hércules, un día de playa, un par de palas, lo que sea.

Sé que no estás pasando tu mejor momento, y me encantaría estar contigo para lo que fuera. Te conozco y sé que no hablarías demasiado del tema, yo tampoco lo haría, pero al menos me sentaría a tu lado e intentaría hacerte todo un poco más sencillo, porque ya no soy un niño y me gusta ayudar.

Pase lo que pase, espero que tengas claro lo que yo descubrí hace ya algo más de dos años, que detrás de cada golpe, de cada imprevisto, de cualquier bache en el camino, hay algo que nunca se desgasta, que nunca afloja, que no te suelta, y eso es tu familia. Yo no pienso soltarte. Eres especial y eres único, y yo, tu hermano pequeño, te quiero así.