miércoles, 30 de noviembre de 2011

Película

Huele a hierba seca, a la calma y sus acordes. El mundo trata de arrebatarnos días de luto, no quiere memoria para nuestras cicatrices. Y si es así, si es parte de la vida... la lluvia quema, la gente espera muertos vivientes. Y no sé si el pasado es origen, si son antiguas emergencias de aferro, o es cuestión de siete días. Sea lo que sea demos la espalda, seamos okupas, ermitaños, bohemios vividores, no quiero sentirme más y yacer a su lado. Evitemos el odio a nuestra cárcel, imaginemos que es un lugar secreto, que allí no nos controlan. Corramos sin avanzar en la ruleta que lleva al pan. Cada día amanece para ti, se atrasan los relojes en descuadres de guíon. Lo siento, nunca estás solo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Estrellas oscuras

Que bueno sería poder decir todo lo que uno quiere, sin consecuencias, sin malas caras, sin retiradas. Que bueno sería no tener preocupaciones, y no añadiré un pero. Que bueno sería que no existiera el dolor, que todo fueran alegrías, y en extrañas circunstancias, rutina a lo sumo. Puede que sí, que morir sea parte de la vida, la única parte que no eliges. Nacer para morirse, nacer para vivir. Reina el caos si hoy es siempre, y florecen tumbas si mañana es tarde. Apresúrate despacio en el camino, sobrevive cien veces a la muerte, declárate en huelga permanente. Hoy más que nunca... el planeta y sus mentiras.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Retirada y victoria

Acaban de proponerte la guerra. Y dudas si beneficiarte de sus poderes malvados, y lucir medallas que otros cargarán y cargaron. Quizás rendirse sea lo más sabio, o tan solo eres un cobarde, de los que no quedan. Ahora la mayoría se lanzan a los cañones, terminan la carga, se desnudan y vuelven a perder. Una retirada a tiempo puede ser tu victoria. No hay que luchar todas las batallas, en algún caso se trataría de un suicidio, en otros tu superioridad no permitiría relucir al orgullo a pesar de los aplausos secos.
Dudas si es odio, tienes secuelas de herido reciente; que no te miren despacio, que ni se fijen más que desde abajo, coge las riendas y adelante hasta oler el peligro. Y bájate del caballo ganador y agárrate al siguiente mientras caminas sin girarte ni un segundo. Hazte piedra impermeable, no te preocupes por no salir, quizás te descubran un día.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Madre

En las noches de madre se extraña su abrazo, sus largas preguntas, su beso y la cruz. Madre es el despertador sin sonido, el ángel custodio y conciencia, romper la distancia. Madre siempre se preocupa, se interesa y quiere saberlo todo, y lo sabe, aunque a veces se calla. Madre es el raíl derecho al cielo con potencia para acarrear los vagones que le vengan en gana. Madre siempre ocupa el asiento de al lado, aunque esté ocupado, aunque no exista. Madre me observa desde la acera cuando fumo en el balcón, desde la mesilla cuando duermo, desde el aire cuando vivo al día.
Madre es roca envuelta en caricias, es eterna, no se molesta si le arrebatas una vida, v te ofrece otra a pesar de que la niegues mucho más que tres veces. Madre es obligación ante desidia, y deseo ante anhelo. Madre es la sorpresa del octavo día. Madre comparte tu llanto, te recibe en la puerta hayas vencido o llegues derrotado; y si ríe... si madre ríe es impensable no flotar sobre tus pasos. Madre es todo a cambio de lo que te de la gana.
Por ser pañuelo, abrazo, camino, esperanza, ejemplo...gracias Madre.

domingo, 20 de noviembre de 2011

1992

De noche volviste a la primera fila de mis conciertos, sin murmullo de fondo, a solas en mis rodillas, viendo caer la lluvia nerviosa de Madrid desde el balcón de esta habitación. Repasé las canciones que nos pertenecen, traté de ganarme tu atención cantando "tu sabías que aquello no saldría bien y aún así te metiste de lleno" con el tono infantil que te gusta darle, y comprobé que olvidé la letra de algunas canciones, pero supe salir del paso girando el micrófono. Fue el concierto que siempre soñé, íntimo, a oscuras y con vistas. Si hay que poner alguna pega diré que nos faltó la luna en el cielo, pero todavía no ordeno sobre el ejército de nubes grises que surcan el cielo.
Y mientras canté me metí en nuestra piel. Durante la intro de "Te echo de menos Charlotte" conté mis falsas impresiones sobre aquella chica pija que colgaba fotos egocéntricas en sus redes sociales, y confesé que las espiaba con mezcla de admiración y rechazo. Incluso reconocí que un amigo llegó a ponerte de fondo pantalla. Y llego aquel final de Noviembre, llámalo karma, destino o casualidad, pero nos cruzamos. Me viste sobre los brazos de aquella chica de la que siempre te has reído, "era una gorda". Y me crucé con tu mirada demasiadas veces. Me invitaste a una copa. Alguien dijo alguna vez que hay dos tipos de idiotas, los que se enamoran de camareras y los que creen que éstas le hacen caso. Creo que aquella noche fui un poco los dos. Amaneció el domingo y hablamos, intercambiamos el Aunque tú no lo sepas" de Luís García Montero por un "Huye del triste amor" de Machado. Y pasaban los días y descubrí en éste último nuestra declaración de principios, entre libretas con ecuaciones de familias raras, escondites de besos prohibidos, y por eso mismo perfectos. Y me fui sorprendiendo, saqué al loco que llevaba dentro, y descubrí que vivir de lleno no era hacer grandes cosas sino hacer las que siempre has querido. Y así fue. Y hicimos de nuestros paseos por el barrio musicales, buen karma, altruismo y complicidad. Pasamos por rockeros despreocupados, desaliñados solidarios, bohemios poetas, cantautores, pastelosos recién conocidos que ocupaban una sola bicicleta a la salida de tu escuela, cocineros principiantes de paellas precongeladas, carpaccio y pasta. Y vestiste grandes pañuelos para ocultar mis marcas en tu cuello, por evitar el odio eterno de la suegra. En definitiva, me demostraste que estaba más que equivocado, y dejé a un lado mis absurdas preocupaciones, tu corta edad, y abrí la puerta a tu risa, tus caricias, hasta llegar a odiar y temer el sonido del despertador de tu móvil.
Por eso y más, mucho más, ayer di ese concierto, para desearte que cumplas muchos más, que nunca se acaben los 20 de Noviembre, que no me importa no ejercer mi deber de reflexión, que prefiero tenerte sentada en mis rodillas y recordar tu perfume y el tacto de tus manos. Y que cumplas muchos más y no sé cuando ni como , que lo celebremos juntos.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Del día que te fuiste y consecuencias

Te recuerdo entre "No me importaría", "Deslumbrado" y "No estarás sola". Aquella noche dormías en casa, se acercaba un paréntesis con amplias posibilidades de derivar en infinito, así que me disfracé de cobarde valiente y destaqué sobre el plano de nuestra ciudad los lugares donde fuimos. Y te estremeciste entre lágrimas y sudor frío, y me pediste que me atara a tus manos, y entre nudos de cuerpos y besos secos prometimos.
Llegaba tarde al trabajo, la juerga del sábado se paga en domingo. Desaliñado y con aliento de ron me senté en mi puesto. Por suerte era uno de esos domingos vacíos de todo menos de sol y la gente prefirió pasear. No sentí nada raro esa noche, te pensé como todas, en la 110 de aquella residencia en San Cugat, y bebí y olvidé a corto plazo. Pasaron las horas, eran las cinco de la tarde, y apareció mi fiel amigo por las escaleras mecánicas. Pocas veces le recordaba tan serio, y con gestos le pregunté el porqué a través del cristal. Me hizo así con la mano, diciéndome "ven". Mi compañera asintió. Salí asustado, por la cabeza se me pasaron crisis de pareja, multas de tráfico, y ahora me sorprende que aquello me removiera tanto. "¿Que te pasa? ¿Estás enfadado?". Lo negó con la cabeza y, forzando la voz para aparentar tranquilidad me dijo "vamos fuera". Salimos por la puerta de emergencia,(mi único privilegio en aquel puesto de trabajo tan deseado por muchos) y lo escupió como pudo. Jamás me imaginé a mi amigo así. Y pensé en ti, en los besos que te mandaba cada noche de aquel verano a la luna (al universo en condiciones de niebla), me derrumbé, grité, maldije a Dios, y  abracé a mi amigo como quién pierde la vida. Te eché de menos, no vi un túnel con luz, pero si nuestra vida en momentos rápidos, te odié y te supliqué que volvieras. Pasaron minutos eternos, y no sé como, controlé mi respiración y volví a entrar. Me puse las RayBan y me derrumbé ante mi encargada. Mi amigo me llevó a casa. Sólo recuerdo recostarme en el asiento, y entre lágrimas balbucear una y otra vez "no puede ser, no puede ser". Subiendo en el ascensor me sentí incapaz de dar explicaciones a quién me abriera la puerta, pero la puerta estaba ya abierta y mi madre me esperaba allí con la misma cara que ponía cuando llegaba de jugar un partido de fútbol y ya sabía que habíamos perdido. La abracé como un niño, y lloramos. Y allí estaban todos, que ni se atrevían a mirarme, y no me sentí solo porque estaban ellos. Tengo la suerte de tener un grupo de gente que nunca falla, que regalan abrazos si flojeas, y no dicen nada cuando saben que de nada servirá, pero se sientan a tu lado y respiran.
Necesitaba cerciorarme, como experto en agarrarme a clavos ardiendo soñé con el error. Puse tu nombre en google y ya no salían tus poemas, ni mencionaban tu participación en aquel concurso de dibujo. Y no dejé de escuchar está canción aquellos días, de asomarme a la ventana fumando tabaco de liar buscándote entre nubes, ni de brindar por ti.
Te echo de menos, me faltas en todas las esquinas, en bocas de otras, en mi pobre iniciativa, en los besos, en servilletas de papel, conciertos en Santiago y teterías, en mi ciudad y en ésta. Me falta tu voz de negra cantando o dulce susurrando, me falta tu barbilla marcada y tus labios, me faltan tus ojos rasgados, el hueso de tu cadera,tus ojos pintados, tu letra, tus planes, tu forma de tocar la guitarra, tu compañía en momentos casuales, tu suerte, nuestra historia. Me sobran lágrimas, la "F", la "I" y la "N", me sobra conciencia y sueño.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Acuérdate de morir

Te escribo desde un lugar extraño para decirte que te veo entre nubes y farolas, que sonrío cuando me imaginas en la luna y en caras de otras, o recuerdas mi silueta y aquella frase que no dejaba de repetir con acento andaluz. Lloro cuando lloras viendo fotos, o al volver de ver a Blanca por verme en sus gestos, y me emociono cuando me hablas, y me siento como una adolescente con su primer amor. Me hace gracia que antes de empezar digas mi nombre al completo como quien marca un número de teléfono, y te despides como si me estuvieras escribiendo una carta. Me alegra verte bien, y yo también me arrepiento de no haber estado más cerca de ti en mis últimos días.
Me siento impotente cada vez que dudas de mi existencia y pides señales que no puedo darte. Me muero por verte, y, como tú, también dudo si saludarte con un beso largo o con un abrazo. Al fin conseguiste tu sueño, acabaste la carrera y estás en Madrid en un piso, y hasta te sacaste el carnet de conducir.
Vive la vida, disfruta, sé feliz, no dejes de hablarme, y sobre todo, acuérdate de morir.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Brindemos

Por las noches que no amanecen, los amores prohibidos, las tardes de sol o paraguas, el adiós que irremediablemente no duele, los besos que saben a escamas, las resacas de ron de supermercado, las mentiras piadosas y las despiadadas, las habitaciones desordenadas, los ceniceros desbordados de cenizas sin tabaco, la muerte por sorpresa, los días subrayados en el calendario, la soledad buscada, la tabacalera de Lavapiés, las baladas de Damien Rice con pistola sin seguro, la vida en nueve meses, la mesilla repleta de periódicos que aciertan la fecha, la luz de las velas y el hueco en el balcón.