domingo, 26 de febrero de 2012

Calmando las entrañas

Como recién despertado de un sueño que no recuerdas se sintió intranquilo. Siempre es más sencillo hablar en tercera persona y sacar balones fuera. Organizó los días de su nueva vida,convencido de que el orden era el ingrediente necesario para su receta de camino bacheado. Le sorprendió la vida, dura como el acero, sin piedad ni puntos de infllexión, y empezó a dejar de ser niño. Se terminaron las piruletas rojas y blancas, las vacaciones de tres meses, los viajes que nunca hizo con sus amigos,aquellos que siempre organizaron, los bolsillos llenos de monedas, los niños ricos con el yate de papá, y las noches de invitar a otra ronda. Asumió toda la responsabilidad y cada día que pasaba bajaba una mano a arañarle un palito en el pecho; "puedes dar más". Descubrió que ya era mayor que muchos futbolistas famosos, observó sus entornos y no quiso ubicarse en ninguno. Le encantaría volar lejos, dejar de lado la luz de las grandes ciudades, exprimir la sabia de la vida y olvidar lo mundano; trabajar para vivir; vivir para vivir. Tal vez echase en falta todas las cosas pequeñas que hacemos tan grandes, pero sabía queno hay mejor sensación que el enorgullecerse de uno mismo, sin regodearse en sus actos, sin palabrería ni más finalidad que hacer lo que te da la real gana.
Pero el mundo y su mente giraban en sentidos opuestos todavía, y solo algunas noches conseguía sincronizar perfectamente esos dos mundos tan diferentes. No le resultaba fácil asumir la idea de dejar su mundo de lado, de ser el chico diferente, el que se dió la vuelta cansado de mirar siempre al frente. Estaba demasiado aferrado a tantas cosas que no conseguía gritar su idea, aunque a veces se moría de ganas.

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